El día de la boda por fin llega y parece que los nervios están a flor de piel. La organizadora de bodas va de un lado a otro, los papás de la pareja tiemblan de la emoción, uno de los pajes se vertió un refresco en el traje y a la novia se le olvidaron los zapatos en el carro de su prima, a quien no encuentran por ningún lado.
El novio, aparentemente relajado, se prepara para salir a recibir a la que se convertirá en su esposa para toda la vida.
Nuevamente, la preocupación se centra en la novia, como si él no tuviera emociones.
Considerando que en pocas horas estará tomando una de las decisiones más importantes y trascendentes de su vida, no es fácil, por lo que debe tener calma ante cualquier imprevisto que el día de su boda pueda pasar y atender lo que tenían planeado para ese día.
Si la pareja decidió que unas horas antes de contraer nupcias se tomarían algunas fotos previas, es necesario contar con el tiempo y tener la disposición para llevar a cabo la sesión, de lo contrario, resultará un fracaso y las fotos reflejarán su molestia.
Por tradición el novio se fuma un puro antes de la boda, lo cual no es nada recomendable, ya que debido a los nervios puede causarle vómito. El olor del puro es muy fuerte, así que los trajes tanto él como sus padrinos que lo acompañan se penetrarán de este olor, nada agradable. Esta recomendación debe aplicarse de la misma forma cuando se fuma.
Nunca falta algún imprevisto, así que el novio debe tener toda la confianza para hablar con sus padrinos y pedirles ayuda. Unos minutos pueden ser de gran ayuda para desahogarse, expresarles su inquietud y nerviosismo es un buen remedio para volver a la calma.
No hay nada mejor que un novio relajado y sonriente el día de su boda.
Por otro lado, no hay peor decisión que aceptar una despedida de soltero un día antes de la boda. Esta costumbre debe desaparecer de inmediato, pues arruina la imagen del novio si no es que hasta puede provocar la cancelación de la boda si se le pasaron los tragos y terminó en cama con una tremenda resaca.